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I swore I’d never fall again but this don’t even feel like falling

Caminaba por la calle sintiendo como sus pies golpeaban contra las baldosas, buscaba signos de sentimientos pero no encontraba ninguno cada vez que doblaba en una esquina. Pensaba que, tal vez, estaban un poco más adelante, esto de jugar a la escondida con palabras intangibles solía ser bastante complicado.
Miró a su alrededor buscando señales, marcas, estigmas de ellos, pero nada.
- ¿Cómo puede ser? – se preguntaba extasiada.
Hasta hace tan solo unas horas su cuerpo se llenaba de pequeñas sensaciones tan reconfortantes. Ya no había más nada de eso, en su lugar solo vacío, un lugar oscuro e inquietante en el cual al arrojar algo emotivo, nada sucedía.
Se desesperó, lamentaba no sentir pero a la vez no sentía nada al respecto.
Su mente no hizo más que armarle una emboscada, tomó de rehén todo lo que había exteriorizado tiempo atrás y se lo llevó a un callejón sin salidas, en el cual dejó de existir el sonido y la razón.
Amordazados en un ropero oscuro y con humedad, vaya a saber en que parte de su universo, se encuentran todos esos pequeños momentos que la hicieron sentirse un poquito mejor.
Ahora  pasa sus días abriendo y cerrando puertas, los busca, pide a gritos que le sean devueltos, ruega que aunque sea le retornen la capacidad de llorar para lamentarse por ellos.
                              

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